“Tenía claro que, pasando ese monumento (Puerta de Brandeburgo), podría decir misión cumplida”

“Tenía claro que, pasando ese monumento (Puerta de Brandeburgo), podría decir misión cumplida”

Sep 16, 2017 | Noticias, Running | 0 Comentarios

Soy una convencida que, para ser constante en los entrenamientos, es fundamental tener metas. El correr Berlín en octubre, te obliga a entrenar en los meses de invierno. En mi caso en Concepción, ciudad que se caracteriza porque cuando llueve, llueve de verdad y con viento. Creo que es muy probable que, si no hubiera tenido una meta planteada, muchas veces no me hubiera levantado.

Cada vez que salía a entrenar con condiciones climáticas adversas, pensaba que, si tenía la mala pata que una maratón me tocara con lluvia y/o viento, tendría que correrla igual, así que no hay que pensarlo mucho y solo salir a correr.

Creo que correr o te apasiona, como a mí, o no te gusta. Y esa teoría de las endorfinas, es muy cierta. Terminar cansada, con las pulsaciones en las nubes, es una sensación de felicidad indescriptible y pa’ que decir cruzar la meta!!!!! Si bien al leer esto, pienso que no es raro que me digan que estoy loca, sé que a quienes les apasiona correr, van a entender a qué me refiero. Si hasta nos dedicaron un poema llamado “esos locos que corren”.

Corro temprano en las mañanas, partiendo a las 6 o antes, dependiendo del volumen programado. Para mí es la única hora del día en que solo me quito tiempo a mi, de sueño. Además, que prefiero entrenar en la madrugada sin autos, ni ruido. En las tardes, es más difícil llegar de la oficina y volver a salir. Si bien mis niños están grandes, me gusta que sepan que la mamá está en la casa.

Entreno con un grupo de amigos que nos gusta hacer deporte y pasarlo bien: nuestro entrenador es Pedro Palma, profesor de educación física y ciclista profesional, a quien le debo mucho de mis rendimientos en las Majors.

Muchas veces corro sola y no me da susto ni los perros, ni la gente. A los perros hay que darle un grito apenas se les ocurre acercarse. Y las personas con las que me cruzo son trabajadores que van camino a sus trabajos. Pero porsiacaso, nunca corro con música, siempre atenta a ruidos o sombras y cuando puedo por la calle. No me atrevería a correr en parques o sola, cuando aún no amanece.

Los fines de semana son ideales para hacer volumen, salgo tempranito y dejo un check en el entrenamiento del día, me deja todo lo que queda del día para ir a la vega, supermercado, reciclar, hacer nada, etc, etc, etc. Cuando son entrenamientos largos, me preocupo de tener agua cada cierta cantidad de kilómetros y, por supuesto, llevo 1 gel por cada 10 kilómetros.

Recuerdo que estaba muy nerviosa para Berlín, no sé muy bien por qué, pero fue una excelente excusa para que mis amigos deportistas me hicieran una despedida. Estuvo buena y con varios pisco sour en el cuerpo, logré relajarme.

La semana previa a la maratón de Berlín, bajé los carbohidratos los primeros días y desde el jueves, empecé a comer todo tipo de pastas, arroz, jugo de fruta, etc de acuerdo a las indicaciones de Norman Mac Milan, en esa época, a quien fui a ver para que me diera tips de qué comer pre, post y durante los entrenamientos, así como en las carreras.

Lo fome de esta maratón, fue que mi marido dos días antes, se tuvo que bajar del viaje, así que viajé sola, sin embargo, allá me encontré con varios buenos amigos. En esos momentos, me di cuenta, estando en otro país, con otro idioma, lo importante que fue estar acompañada.

Recuerdo que estaba sola esperando mi vuelo a Frankfurt, cuando recibí un correo de los organizadores de la maratón de Boston, confirmando mi entrada. Estaba feliz, feliz, la gente que estaba cerca de mí no entendían nada. Así que le conté a mi marido y amigos, ante lo cual, todos me felicitaban y a pesar que aún no corría Berlín, ya estábamos embarcándonos en el viaje a Boston.

Llegué a Berlín dos días antes de la maratón, después de un viaje con dos tramos Santiago-Frankfurt comprado en Chile con anticipación y Frankfurt-Berlín, el cual, tenía la intención de hacerlo en tren, pero como llegué sola, bastante perdida y lo único que quería era llegar a mi destino final, terminé pagando uno de los tramos aéreos más caros que he pagado, en relación distancia-precio. Mas encima al llegar a Frankfurt, no llegó mi maleta, así que tuve que esperar a que la encontraran, afortunadamente la recuperé, porque tenía todo ahí, incluso mi reloj. Desde esa vez, llevo el Garmin conmigo.

Me quedé en el Meliá de Berlín, que estaba súper bien ubicado y tenía un bonus track en el piso 7, al llegar solo teníamos que decir nuestra habitación y entrábamos a un comedor-living con muchas cosas ricas, all inclusive y solo para runners.

Retiré el número sin problemas, todo súper bien organizado y en orden. La Expo enorme, como todas. Me impactó que el lugar fuera el aeropuerto de Alemania Oriental, un edificio enorme, sin ostentación, pero imponente y con la mantención justa.

Como para mi correr maratones es por gusto, me complica cuando llego a una ciudad que no conozco el restringirme a caminar para estar en óptimas condiciones para el día de la maratón, así que he optado por el día anterior, irme al hotel a media tarde y no salir más, pero los días anteriores, recorrer y conocer lo más posible.

El día anterior a la maratón no encontré un restaurante de pastas, así me fui al piso 7 y ahí comí crostinis que era lo más parecido a carbo que había. Y así como los futbolistas tienen su cábala, yo también tengo una. La noche anterior a la maratón me tomo una copa de vino, como digo yo, para el “talento”.

Correr la maratón donde se bate el récord mundial no es menor. Ese año, 2014, Kimetto batió el récord mundial con 2:02:57. 

Pasado el kilómetro 10 me encontré con un chileno que conocí en el piso 7 y recuerdo haberle dicho “que dura esta carrera” y lo pasé, hecho que me dio la razón, además de la cara que tenía. Entonces, si ya éramos dos, pensé ilusamente, este año esta maratón fue dura. Ese pensamiento me duró hasta algún kilómetro que no recuerdo, en donde una niña tenía un letrero que indicaba que había un nuevo récord del mundo.

Después del kilómetro 35, encontré muy intrincada la carrera, doblar a la derecha, después a la izquierda, luego nuevamente a la derecha y más encima veía la puerta de Brandeburgo a lo lejos, pero se desaparecía y tenía claro que, pasando ese monumento, podría decir misión cumplida.

Terminé Berlín en un tiempo de 3:37:21, mi tercer mejor tiempo en una maratón hasta ese momento.

Como ninguna otra maratón, pude esperar a unos amigos después que crucé la meta, ya que era tal el orden, que tenían que pasar por donde estaba esperándolos.

Al terminar la maratón, a pesar que el día estaba despejado y hacía calor, esperaba con ansias mi capa de alusa, que sirve para no perder calor.

Obvio que había cerveza después de terminar la maratón, pero sin alcohol.

Conozco a muchos corredores mentirosos o engrupidos, igual que yo. Recuerdo haber dicho que nunca correría 21K y con menor razón una maratón.

Afortunadamente, mi marido me acompaña en esta locura, pero no solo con su comprensión, sino que en los entrenamientos, ya que corre Triatlón.

Una de las mejores formas de conocer una ciudad, es corriendo. Así que cuando no quedan piernas, hay que ir por conocer lo que hay más adelante.

Junto con plantearme el desafío de correr las Six Majors, me mandé a hacer una polera que fuera como la bandera de Chile. Como una de las características en estas maratones grandes, es que siempre hay mucha gente que te da ánimo en cada kilómetro, cuando paso me gritan “vamos Chili” y eso, por lo menos en mí, produce una inyección de ánimo y fuerza increíble.

Lo mismo me pasa cuando golpeo la mano a los niños, bomberos, personal de la organización y, en general, a todos los que están viendo la carrera, como que te olvidas del kilómetro en que vas, lo cansado que estás y cuántos kilómetros quedan, solo disfrutas y agradeces el apoyo de la gente.

Éxito en Berlín, a disfrutar de la carrera y a darlo todo, especialmente, a mi amigo Nico Sepúlveda, quien va por su cuarta Major, después de un fallido Berlín 2014, debido a una lesión.

Sobre Marcela Rubio:

Empezó a correr el año 2008, a los 37 años, luego que en una actividad de CMPC Forestal, Hernán Rodríguez, Gerente General en ese momento, quien había corrido muchas maratones, le planteó un desafío a un amigo inválido, Rodrigo Martinez, el que consistía en que, si Rodrigo corría la maratón de Nueva York, él le regalaba la silla para correr. No sabe si fueron las copas de vino o qué, pero les dijo que si Rodrigo corría ella también.

Es la primera mujer chilena en completar las 6 Marathon Majors. La maratón de Berlín fue su tercera Major.

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