FELIPE BARRA – CHICAGO 2019: “MI DECIMO MARATON Y PRIMER MAJOR EN LA CIUDAD DE LOS VIENTOS”

FELIPE BARRA – CHICAGO 2019: “MI DECIMO MARATON Y PRIMER MAJOR EN LA CIUDAD DE LOS VIENTOS”

Nov 19, 2019 | Maratones Major | 0 Comentarios

  • Te invitamos a leer el Race Report preparado por el corredor de EORunners.

La decisión de participar en un nuevo Maratón fue compleja, ya que en el último y noveno (abril del 2018), fue el peor en todo sentido, producto de múltiples dolencias físicas y posteriores cuestionamientos influenciado por mi autocritica. Lo anterior porque había respetado rigurosamente el plan de entrenamiento guiado por la profe y además, porque me sentía mejor físicamente que en el 2016, en donde fue diametralmente opuesta, al disfrutar de inicio a fin la carrera porque estábamos viviendo un hermoso e inigualable momento familiar junto a mi esposa Caroll Miranda Hernández, al estar esperando nuestro hijo, quién era y es lo más importante para nosotros.

Además, que como de costumbre, mi cómplice (Caroll) acompañó activamente en su octavo 42.195 metros (destaco esto porque en los anteriores, estuvo presente, a través de diversos medios, como por ejemplo: pie, bicicleta, metro, micros, auto), pero en esta oportunidad junto a nuestro amado Facundo y gracias a la inyección anímica de ambos al verlos en dos tramos del circuito, logré alcanzar mí mejor marca de 2:38.18, en el mismo circuito del 2018, que fue el difícil Maratón de Santiago.

Transcurridas algunas semanas del sufrido Maratón del 2018, desconectado totalmente del trote, en la celebración del cumpleaños de la hija de mi amigo Bannon Cavieres Tirado, conversando junto a otro maratonista: Marcelo Lureiro, comenzó a resurgir la pasión por correr, ya que comentaron que irían al Maratón de Chicago del 2019, el cual forma parte de los reconocidos 6 Majors y uno de mis anhelos deportivos desde que comencé a entrenar periódicamente desde el Junio del 2013 en el Club Atlético YKA. Desde dicho momento, les comenté que me interesaba bastante la idea y que debía conversarlo con Caroll y el pequeño Facu.

En ese minuto comencé a indagar minuciosamente respecto al famoso Maratón de Chicago, dentro de ello descubrí que tenía una exigua diferencia de altimetría (en palabra coloquial era la más plana) y con agradable temperatura a mi parecer (entre 6º y 15º Celsius), por ende, la combinación de ambas era bastante favorable para buscar mejorar mi tiempo.  

Transcurrieron varios meses y descuidé el tema, hasta que un día conversé con Fabiola Guerrero de temas laborales y terminamos hablando que ella había postulado a dos Majors: Berlín y Chicago y en ese instante le consulté por la fecha límite para Chicago y sorpresivamente respondió que era mañana.

En vista al escaso tiempo, conversé con mi esposa Caroll del tema, debido que teníamos planes familiares en el segundo semestre del 2019, quién inmediatamente respondió que lo hiciera y que postergáramos lo acordado originalmente.

Al día siguiente, en la mañana llamó a Bannon para que me guiará en la postulación porque estaba todo en Ingles y él lo había realizado el año anterior, luego de varios intentos fallidos logramos ingresar todos los datos y antecedentes requeridos, por lo tanto, sólo quedaba esperar la confirmación de la Organización.

Según lo estipulado la respuesta debía llegar al día siguiente, pero inesperadamente recibí un correo horas después en donde aceptaban mi inscripción, lo cual me puso feliz.

Después de la jornada laboral le di la excelente novedad a Caroll y que le dije que fuéramos en compañía de 5 amigos (Bannon-Pauli Ramirez, Marcelo-Mariela Moya y Pedro Rosales- Caro Acuña), ya que posterior al Maratón teníamos pensado recorrer algunas ciudades de Estados Unidos, pero que el inconveniente principal era que el viaje era sin hijos, a lo cual respondió que no aguantaría estar sin nuestro hijo por 17 días. Además, que le complicaba ausentarse tanto tiempo de su nuevo trabajo y básicamente por dejar solos a sus “pollitos” (es Educadora de Párvulo por las mañanas y Educadora Diferencial por las tardes).

Además, en dicha oportunidad coordinamos nuestras merecidas vacaciones de invierno (julio) y como de costumbre, agendé el entrenamiento desde 01 Agosto hasta 13 de Octubre, ya que en todos los anteriores había destinados dos meses en la preparación.

El regreso de las hermosas y excesivas vacaciones (sobretodo en la alimentación), fue abrupto, porque de pasar a estar relajado todo el día y sin mayores preocupaciones, volví a mis quehaceres laborales y deportivos.

En lo deportivo, ajusté mis horarios de entrenamientos (sobretodo Lunes y Miércoles que eran los días de doble jornada) porque en Agosto debía esperar a mi madre María Angélica Pino Aguilera para que cuidará a su amado nieto Facundo y posteriormente, desplazarme a la oficina. En vista a dicho escenario, debía trotar a la hora de almuerzo y después del trabajo, lo cual no era ningún impedimento porque tenía el privilegiado apoyo de mi familia, que sin ellos no hubiese logrado organizar los tiempos.

La primera semana fue de adaptación debido al tiempo sin entrenar cotidianamente (aunque está vez me cuide bastante en comparación a otras vacaciones), en la segunda semana empezaron las series de pista junto a mi socio Jorge Hummel Santander, para terminar con esperanzadores controles preliminares.

Llevaba tres semanas de ininterrumpido entrenamiento de 6 veces por semana y en la primera sin descanso, había vuelto a mi peso, me sentía mucho mejor en los trabajos de pista, pero lamentablemente sucedió un hecho que marcó mi vida.

El vieres 23 de Agosto, alrededor de las 18:15, salí a trotar desde la casa de mis padres por la vereda de la caletera de la Carretera San Martín, ya que adelanté el día de descanso con el propósito de estar presente todo el día en la preparación y celebración del cumple de nuestro hijo Facundo, quién cumplió 3 años el 20 de dicho mes. En dicha oportunidad completé 7 kilómetros de ida y me crucé caminando la caletera hacia el baño de un servicentro antes del peaje de Colina, cuando abruptamente sentí un gran golpe al costado derecho de mi tren inferior y luego me vi tirado en el asfalto.

Ese lapsus fue terrible y eterno, porque no desconocía el daño del atropello que por fortuna fui asistido por transeúntes y conductores, quienes amablemente corroboraron si estaba consciente y revisaron superficialmente mis múltiples heridas en ambas piernas y parte dela zona abdominal, ya que no podían moverme debido a un golpe en la cabeza.

En ese momento, me enteré que una motociclista me embistió, de hecho escuché como la persona estaba avisando a los carabineros, mientras tanto una persona preguntaba por mis datos y algún número telefónico de un familiar.

Luego de varios minutos, llegaron dos ambulancias, chequearon mis signos vitales y antes de trasladarme a la Clínica más cercana divisé a mi cuñado Luis López y con gestos le manifesté que aparentemente no era de gravedad para que avisará a la familia.

A continuación, ingresé a la Clínica en donde me hicieron diversos exámenes: cráneo, columna cervical, pelvis y rodillas y obviamente, que curaciones a las heridas.

En ese momento, ingresó mi compañera de vida: Caroll y me quebré emocionalmente, le pregunté por nuestro amado hijo y le dije que estaba bien dentro de todo, que gracias Dios aparentemente no sufrí lesionados de gravedad, lo que en minutos siguientes confirmaron los médicos al chequear todos los exámenes y que sorpresivamente estaba de alta con medicamentos que paliaran el fuerte dolor generalizado.

Incluso preferí salir caminando cuidadosamente completamente vendado en ambas piernas, en vez de usar silla de ruedas, ya que quería sentir mis extremidades inferiores, puesto que en el tren superior tenia rasguños leves.

En resumen y para no continuar con la lata, debía ir a curaciones 2 días después, donde ingresé el día domingo a otra clínica más barata y ahí me dieron 5 días de licencia médica.

Debo resaltar que los primeros días tenía casi nula movilidad, me dolía acostarme, levantarme, toser, caminar, girar, en realidad me dolía todo el cuerpo, debido a contusiones, hematomas e inflamaciones, pero estaba convencido que me recuperaría. Por lo mismo, aporté poco en la linda celebración del cumple de Facu, gracias principalmente a Caroll, quién es una magnifica madre.

Para mi fortuna, el 26 de Agosto Facundo tenía su primera semana de adaptación en el jardín infantil y junto a Caroll lo acompañamos en su primer día, esperándolo como psicópatas en el auto, porque iba sólo 1 hora y lo mejor de todo que nuestro hijo disfrutó a concho.  Lo mejor que en dicha semana estuve casi todo el día con Facundo, lo iba a dejar y buscar tranquilamente completamente vendado.

El viernes 30 de Agosto, fui al traumatólogo de rodilla, quién me derivó al box de curaciones y dio de alta, pero que no debía hacer actividad física por 7 días (después pensé que debí quejarme para postergar la licencia, pero tenía deseo incontrolable de volver rápidamente a mi vida cotidiana)

El primer día de regreso al trabajo fue complejo y doloroso, ya que en primer lugar llevé a Facu en su coche y después caminé con dificultad y por primera vez 3 kilómetros. Y en ese momento me desmotivé porque continuaban las molestias con sólo desplazarme lentamente.

Hasta que finalmente, el viernes 6 de Septiembre, luego de 2 semanas exactas del accidente, me envalentoné y logré trotar 40 eternos y molidos minutos en el gimnasio, lo que paradojalmente me dejó feliz, ya que volví a hacer lo que me apasiona.

En dicho día, publiqué algunas fotografías en las redes sociales de las diversas heridas, hematomas y lesiones, para expresar que estaba bien y desde ahí comencé a recibir múltiples saludos y buenos deseos de amigos, compañeros de trabajo y familiares. En este instante, destaco al pana Jorge Hummel, que en cada momento preguntó por mi estado físico. Además, de mi amigo Ricardo Muñoz.    

Al día siguiente, troté 50 minutos con las mismas molestias, pero con menor intensidad, haciendo la previa para el cumple de 15 años de mi sobrina: Camila Barra Veloso. El domingo sufrí las consecuencias de ese gran esfuerzo, sobretodo por las cumbias, salsas y reguetones que bailamos eufóricamente.

En la semana del 9 de Septiembre hasta el 15, pude trotar dos días 50 minutos en máquina porque no me atrevía salir a la calle, guardándome para el primer control post lesión.

Para mí el 15 de septiembre fue clave, ya que fue el primer trote en calle en un circuito complejo que es la Herradura, de hecho me quedé dormido y pensé en desistir, pero como no es mi estilo dejar las cosas inconclusas (sólo un curso de inglés, que en el viaje iba a lamentar), fui de todas maneras, le comuniqué a la profe: Erika Olivera lo que había realizado durante la semana, consulté por la distancia y ritmo que debía realizar.  

Ahí me sorprendí porque tenía que hacer 15 kilómetros progresivos comenzando a un ritmo más rápido que mis mejores 50 minutos, que aprovechará de sumarme a compañeros que ya estaban por dar una vuelta al circuito (4,8K aprox.). En ese instante pensé, se rompe o raja y comencé a trotar suavemente en sentido contrario al circuito para juntarme con mis compañeros de equipo EORUNNERS, saludé a Mauro y Bannon, les dije que iba a sumarme y continuamos el trote. 

El primer giro me sentí mejor de lo pensado, por ende, comencé a subir paulatinamente el ritmo en la segunda vuelta y terminé el control promediando inesperadamente 4:20 en los casi 17 kilómetros, aunque al final dolió harto, pero me dio esperanzas en poder correr mi primer Major.

Durante todo septiembre, pase los distintos controles. El ultimo control de septiembre, gracias nuevamente al compañero de controles Marcelo y también al profe: Leslie Encina, que motivaron a promediar 4:14 en los progresivos 27 kilómetros. En dicha ocasión, profe proyecto que ambos estábamos para hacer menos de 3 horas, lo que produjo gran satisfacción por todo lo vivido en el último tiempo post atropello.

Finalmente, llegó el cuarto y último control, esta vez en un circuito más plano (Santa Clara), ya que tocaban 10 kilómetros progresivos, donde nuevamente nos juntamos con Marcelo y Bannon, ya con más confianza por los trabajos realizados en pista, pero con incertidumbre por si las piernas aguantarían un ritmo más rápido. Debo reconocer que salió un excelente control porque logré cronometrar increíbles 37 minutos con 34 segundos, promediando 3:45 por kilómetro, lo que hace un mes era impensado.   

Posteriormente, llegó el día del viaje: martes 8 de Octubre a las 20:45, en donde tenía una mezcla de sentimientos, ya que me alejaría por primera vez de mi amada Chinita y del adorable Facu, quienes me acompañaron al aeropuerto (como ha sido la tónica en nuestras vidas), nos reunimos con los demás integrantes de la travesía.

Luego de un largo viaje de 13 horas, llegamos a las 9:00 A.M. del 9 de Octubre, a nuestro destino: Chicago, en ese instante, debíamos trasladarnos en un bus de acercamiento al rent a car (acá fue fundamental el manejo de Ingles del poliglota Bannon, ya que para mí y varios del grupo era very difficultd comunicarse), que estaba a unos kilómetros del gran aeropuerto para retirar la camioneta que habíamos arrendado desde Chile.   

A continuación, nos trasladamos al centro de Chicago, cuidad con grandes edificios, famosa por su arquitectura, donde destacan rascacielos como el Centro John Hancock, la torre Willis (antigua torre Sears) y Tribune Tower de estilo neogótico. La ciudad también es famosa por sus museos, incluido el reconocido Instituto de Arte de Chicago.  

Además, está el Millenium Park, donde se encuentra la icónica escultura futurista Cloud Gate o coloquialmente conocido “Poroto” y el Grant Park, que es el jardín de Chicago para los que quieran combinar ejercicio y diversión.

También, se encuentra el enorme lago Michigan, con senderos que ofrecen hermosas vistas de la ciudad. En este sector realizamos el último trote de soltura de 30 minutos antes del Major, acá también se puede recorrer en bicicletas, ya que existe una amigable ciclovía, perfecto para disfrutar y relajarse.

Otro lugar que deben visitar es el Navy Pier, frente al lago de Chicago y es una auténtica ciudad dentro de la ciudad, donde cuenta con tiendas, restaurantes, parques y jardines, museos, salas de espectáculos y atracciones. Incluyen un teatro un museo infantil, un jardín botánico, un carrusel histórico y una rueda de la fortuna que tiene una gran vista a la ciudad y al lago. También existen paseos en diversas embarcaciones y en helicóptero donde también se puede recorrer el río Chicago.

Par los fanáticos del deporte, no se pueden perder la oportunidad de visitar el famoso estadio de los Chicago Bulls: el flamante United Center, en donde también pueden apreciar Hockey sobrehielo (Chicago Blackhawks de la NHL). Cabe destacar, que el departamento que arrendamos estaba a 400 metros. 

En lo comestible, esta ciudad cuenta con una buena oferta gastronómica, en el ámbito local destaca la pizza estilo Chicago, hamburguesas, como también a nivel internacional: comida China, comida Mexicana, Italiana, etc., en donde caímos en varias oportunidades sin pensar a esta altura en la subida de peso (por lo menos trotamos todos los días entre 30 a 40 minutos). En relación al precio existen alternativas más económicas, pero en general es cara la alimentación, por lo mismo, nosotros comprábamos varios productos en el supermercado. 

Además, “me contaron”, que tiene una ajetreada vida nocturna, donde destacan varias cervecerías (nuestro centro de operación fue la Goose Island Beer Co., en donde realizan tours), bares modernos y otros “clandestinos”, ambientados en la década de 1920, cuando Chicago era centro de la era de la prohibición para los bares clandestinos animados, donde existían entradas secretas que alguna vez frecuentaron ladrones de bancos y gánsteres de Chicago como Al Capone.

En síntesis, esta maravillosa ciudad mantiene un gran orden, limpia y aparentemente sin problemas de delincuencia.

El día sábado 12 de Octubre, nos reunimos todos los integrantes del viaje (3 corredores y 4 grandes acompañantes) para definir la planificación de los próximos 42.195 metros, es decir, horario para despertar, traslado en auto (hasta donde alcanzáramos), calentamiento, punto de encuentro y horario para apoyo y entrega de geles y/o magnesio, cortaviento, ritmo de carrera, la cual sería la misma que Marcelo, ya que habíamos entrenado de forma similar.

Luego de ello, tras varias revisiones producto de la distancia y cortes de calles, definimos el programa y nos fuimos a dormir cada uno a sus habitaciones (menos yo que como buen “hijo putativo” me tiraron dictatorialmente al sofá cama)

El descanso no fue 100% placentero, ya que como de costumbre uno está ansioso y cuesta conciliar el sueño, sin embargo, con las pocas horas que dormí estaba “preparado” y mentalizado para terminar mi décimo Maratón y primer Major. Posterior al despertar, vino el baño respectivo, la vestimenta deportiva y ropa adicional porque la temperatura era baja, ya que días anteriores llovió copiosamente para proseguir con el desayuno (esta vez fue más liviano y descarté la hamburguesa).  

Luego salimos en penumbras junto a Bannon, Marcelo y Pedro, que gentilmente nos acercó en la camioneta a la partida, luego nos bajamos y caminamos unos minutos hasta llegar a las puertas para acceder al perímetro de la carrera, en este instante nos separamos de Bannon y le deseamos mucho éxito.

El ingreso fue expedito, aunque había un gran número de corredores, pasando por los rigurosos controles, con detector de metales incluidos. Seguimos con ir al baño para después desplazarnos rápidamente a guardarropía, la cual estaba retirada de nuestro acceso y tenía una fila considerable producto que estaba a minutos de iniciar el evento deportivo.

Después, salimos trotando con Marcelo para alcanzar a calentar y nos percatamos que no existía un lugar habilitado para ello, por lo tanto, dimos varias vueltas en un sector paralelo al ingreso de la puerta A y otras tantas en el encajonamiento.

Finalmente, avanzamos hacia la partida pensando que Marcelo seguía mi paso entre la multitud, pero al minuto de mirar atrás no lo divisé, en ese momento pensé que nos íbamos a topar más adelante durante el trayecto del circuito.

Primero dieron la partida a los atletas de elite, que estaban separados a unos escasos metros y 1 minuto después a los demás corredores, en donde con la adrenalina a mil salimos a entregar lo mejor de cada uno en base a lo entrenado, por mi parte salí muy abrigado con cortaviento, gorro, guantes, mangas y cuello, los cuales iría desechando a medida que agarrará calor.

La partida es en el Grant Park, a metros del lago Michigan, en donde los primeros metros son en bajada y propician un veloz inicio de carrera. Luego continuamos cercano a 800 metros y pasamos por el primer puente basculante, algo similar a lo que tendría que haber sido el de Cau-Cau, que facilitan el paso de embarcaciones por debajo sin necesidad de elevar la traza de la carretera por el cauce del río Chicago.

Cabe destacar, que en ese tramo el GPS y en especial en el centro de la ciudad, cualquier reloj no es un medio confiable, por ende, desconocía el ritmo que llevaba, por ende, sólo descubrí que iba más rápido de lo programado en la señalética del primer kilómetro porque cronometré involuntariamente 4 minutos y 2 segundos.

En ese minuto me asusté porque 13 segundos de diferencia podía pasar la cuenta en los segundos 21 kilómetros, además, entendía el motivo por el cual no distinguí a mi socio Marcelo por la gran masa de participantes (para peor soy miope y veo poco).

Tras avanzar unas cuadras pasamos por el segundo puente, que era muy grato de ver, luego nos adentramos por el centro de la ciudad rodeada de grandes y modernos edificios, donde se concentraba gran cantidad de público que alentaba entusiasmadamente a familiares, amigos y desconocidos con mensajes motivadores y/o gritos que siempre son bienvenidos.

Al llegar al kilómetro 5 (ojo que la medición oficial que más se destaca es en milla, lo tiende a confundir), me percaté gratamente que mantenía el ritmo inicial y que pasé levemente sobre los 20 minutos.

En el kilómetro 7, tomé la mitad de un gel según lo presupuestado con bastante agua y bebida isotónica, ya que la organización dispone de un gran stock, lo que es sumamente importante para no deshidratarse.

Desde el kilómetro 9 comencé a estar más atento al público que alentó durante todo el Maratón, ya que en 1 Km. más estarían Pauli, Mariela, Caro y Pedro, para entregar mi cortaviento regalón.

El llegar al kilómetro 10 el reloj marcó 40:06, es decir, mantuve el ritmo sin contratiempo, además, miraba asustado para ambos lados, no logrando dar con los amigos, hasta que vi hacia atrás y observé a la querida Pauli gracias a su parka rosada (siempre he sido malo con los colores, con suerte distingo los primerios), en ese lapsus todos saludaron y entregaron energía diciendo que tirará la ropa.

Al llegar al kilómetro 14 tomé lo que quedaba del primer gel y el segundo punto de encuentro de acuerdo al circuito era el 15 (aceleré el ritmo), donde necesitaba que entregaran el otro gel y al igual que en el kilómetro 10, costó distinguir a los amigos que nuevamente los vi encima, en ese segundo le grité a Pedro, quién corrió rápidamente para entregar el preciado gel.

Al completar los primeros 21 kilómetros me sentía bien físicamente y corriendo progresivamente cómo acostumbro, pasando en 1:23:42, lo que me puso muy contento, ya que proyectaba terminar esta agotadora distancia en 2:48:00 (siempre y cuando los astros se alinearán), en caso de no tener algún inconveniente y muy por debajo a lo proyectado antes de la largada.  En dicho trayecto, además, tomé la mitad del segundo gel.

A medida que iba avanzando la carrera iba ganando confianza y esperaba ver por tercera vez ver en el kilómetro 25 a Pauli, Mariela, Caro y Pedro, ya que necesita el tercer y último gel, porque había utilizado la segunda parte en ese punto, pero para mí sorpresa no logré ubicarlos, sintiendo una pequeña preocupación porque a esa altura no contaría con mi principal combustible.

Recuerdo que antes del 30K, donde continuaba subiendo la velocidad y aún no se avizoraba el tenido “muro”, existía un maravilloso staff de gel, que abruptamente tomé, independiente que fuera otra marca y sabor con el que había entrenado, el cual me sería de gran ayuda para no tener complicaciones musculares en el último tercio. 

El kilómetro 35 lo recuerdo perfecto porque pasamos por nuestro conocido China Town, ya que dos días antes del Major, fuimos a tremendo restaurante en donde nos entregan diversos productos y nosotros debíamos cocerlos en 3 grandes ollas. Lo mejor era que la modalidad era tenedor libre y salimos en carretilla del local (omitiré el nombre de dos amigos que 30 minutos después del banquete oriental comieron tacos y burritos en el pintoresco barrio Mexicano)

En el kilómetro 38 comencé a sentir el desgaste de la carrera y me costaba desplazarme sobretodo por el fuerte viento y ahí comprobé empíricamente la denominación de Chicago por “Ciudad de los vientos” (todavía estaba con gorro, mangas y guantes, el cuello lo tiré cómo en el 25), por ende, recordé lo que me costó llegar hasta ahí producto del lamentable atropello, se vino a la mente mi amada familia: Caroll y Facundo, por consiguiente no debía arrugar en ese letal momento. Ahí mantuve ritmo en una avenida eternal hasta el kilómetro 40 e iba alentándome para no declinar, en esta fase habían varios corredores exhaustos, caminando como podían (mi reloj floreado que gentilmente facilitó Mariela marcada 41 kilómetro, ya que como exprese anteriormente ningún GPS era exacto con mayor razón en la zona de múltiples edificios).

A punta de garra y con el rostro denotando cansancio, continúe un par de segundos más lento, porque quedaba lo último y debía terminar dignidamente (dentro de lo posible) este lindo Maratón.  

Cuando aprecié que quedaban sólo 800 metros tiré eufóricamente mi fiel gorro y me arengué nuevamente, debido que estaba a sólo dos vueltas de una pista atlética, no obstante, sabía que se aproximaban los últimos 400 metros que contenían la mayor pendiente, por lo tanto, entregué el último esfuerzo.

Luego de esa sufrida subida, quedaban unos metros para la soñada meta, la que cruce visiblemente emocionado, por lo general no me había pasado), pero en esta ocasión tenía un sabor especial, no porque sea un reconocido Major, sino porque estuve lejos físicamente de quienes más amo: Caroll y Facundo y quienes son mis incondicionales soportes y motivadores en la vida.

También, porque me comí calladamente varios dolores físicos y emocionales producto del lamentable accidente automovilístico, el cual tras diferentes cuestionamientos, botando la rabia inicial y asimilando todo lo vivido, lo volqué como algo positivo y me sirvió para afrontar mi vida actual entregando valor a cosas más trascendentales, como es el respeto, empatía, salud, familia, amigos, compromiso, lealtad, perseverancia, autocritica, solidaridad, entre muchas aristas que priorizo.

Destaco, que a punta de coraje y tenacidad, por un logré superar el objetivo de superar con creces la barrea de las 3 horas, ya que cronometré 2:44:54, pero a la vez quedé en deuda sólo en los guarismo porque no logré alcanzar el objetivo original que era 2:35:00 anterior al atropello, el que en un futuro lograré en compañía de mi esposa e hijo, siempre y cuando Dios quiera.

Finalmente, quiero manifestar el agradecimiento nuevamente a la mayoría de las grandes personas que me acompañaron y aguantaron en este bello, pero contradictoriamente complejo proceso: Juan Barra (papá), María Angélica (mamá), Pablo Barra (hermano), Daniela Barra (hermana), Jorge Hummel, Ricardo Muñoz, profe Erika, profe Leslie, compañeros de EORUNNERS y al gran grupo de extraordinarias personas que fue a Chicago: Pauli, Mariela, Caro, Bannon, Marcelo y Pedro. De broche de oro, recae en mi admirada compañera de vida: Caroll y quién me alegra todos los días, mi entrañable Facundo.

  • Publicado por: Miguel Andrade
  • Fuente: Felipe Barra
  • Foto: Felipe Barra

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