En diciembre del 2018 comenzó mi proceso de preparación para la maratón de Boston. Cuatro meses muy exigentes, pero a la vez muy entretenido junto a mi gran equipo, Warnke Running Team, a cargo de los coaches Carlos Warnke y Valeria Argandoña. Semana por medio tenía masajes con Claudio (Abacaximasoterapia) y hace un año que estoy con mi nutricionista deportiva Francisca Hernández.

En enero quise complementar el running con preparación física funcional junto a mi personal trainer Jorge Rubio. Me sirvió muchísimo para lograr tener más fuerza en las piernas para enfrentar las duras Newton Hills de Boston, trabajar el core y sobre todo evitar lesiones.

Debo reconocer que todo este proceso me encanta y no quería que terminara.

Ya quedando menos de una semana para el gran desafío comienza la ansiedad, pero muy tranquila por el entrenamiento que realizamos juntos a mis coaches.

Llegué 3 días antes de la maratón para adaptarme al clima. La ciudad de Boston llena de corredores, todos con sus chaqueta de celebración que es un clásico en este maratón. Me llamó la atención ver a muchos corredores ya mayores de edad que al preguntarle venían por su quinta o décima maratón. Todos vuelven a correr Boston.

El clima fue el invitado de piedra. Hace 5 días que se pronosticaba mal tiempo, con tormenta, lluvia, frío y viento. Lo bueno es que la organización mandaba constantemente actualización del tiempo para que estemos preparados. Todos temían que se repitiera el mal clima del año pasado. Mi amigo y compañero de Team Luciano Larin me mandaba actualización de pronóstico de tiempo.

El día viernes comenzó mi carga de carbohidratos, recomendada por mi nutricionista. Fuimos a la Expo a retirar el dorsal, tremenda experiencia, todos muy felices y se sentía la ansiedad de los corredores.

El sábado corrimos junto a mi esposo Raimundo Díaz los 5 K de Boston. Corrida de 10.000 participantes. El circuito es por el centro de la ciudad. Muy entretenida. Me sirvió de entrenamiento y además tomé la decisión de cómo iba a correr el lunes la maratón en cuanto a la vestimenta.

El domingo fue un día de descanso, hice crioterapia en un tina con hielo por 10 minutos, paseamos y un trote de activación a las 07:15 am con el grupo español Marathinez. En la noche fue la cena de pastas de la maratón. Nos juntamos con Cristian Sandoval, mi compañero de equipo, partner de entrenamiento y gran amigo que también corrió Boston. Hizo una tremenda carrera y bien planificada.

Llegó el día más esperado, lunes 15 de abril, día de los patriotas. Me levanté a las 06: am a tomar desayuno, tostadas con miel más una taza de café. Al mirar por la ventana, llovía muchísimo, había tormenta, pero se pronosticaba que iba a dejar de llover a las 10:00 am, hora que parte la maratón. Con mi esposo nos fuimos bien abrigados, con ponchos para no mojarnos a dejar la bolsa en guardarropía y luego tomar el bus que me llevaría a Hopkinton, pueblo donde parte la maratón. El bus se demoró más de lo esperado por el tremendo taco que había por la lluvia. Llegué justo a encajonarme. No tuve tiempo para calentar, pero aproveché el recorrido que hay desde donde te deja el bus hasta la zona partida. Boté la ropa vieja que traía para abrigarme antes de la largada. Estaba lleno de barro por todos lados.

A las 10:00 am estaba en la wave 2, corral 4 lista  para partir.

Una señora de la organización que estaba a cargo de ordenar a la gente en los corrales me sacó una foto y muy amable me la envió por mensaje a mi celular. Es impresionante lo comprometida, simpática y amable que es la gente que trabaja para la maratón, todos voluntarios, y gozan tanto como tu.

Llegó la hora, ya no llovía, estaba bien húmedo. Partimos a las 10:25 am. Segunda oleada. Del km 1 al 8 me costó mucho lograr mantener el ritmo que quería, que era 4:20 min/km por la cantidad de gente, era imposible pasar.

Mis primeros 10 kilometros fueron controlados, con muchas subidas y bajadas. Con un descenso importante en los primeros km. Realmente cuesta mantener el ritmo, Siempre frenándome para no ir más rápido de lo planeado en las bajadas. Ese era mi mayor objetivo, conservar energía en la primera mitad para tener piernas en las 4 temidas colinas  o Newton Hills al final de la carrera.

Del km 10 al 25, se torna algo más plano, con un falso plano en ascenso, y siempre el recorrido con muchas subidas y bajadas. Lo único que pensaba era mantener lo planeado mantener el ritmo a 4:20 . Me acordé mucho de un compañero de Team, Dario Cari, con quien entrenamos juntos e hicimos todos los controles. Cuando entrenamos el me dice: Cecy vas muy rápido, frena. Así que a cada rato escuchaba su voz y le hacía caso. En el km 20 se sentía el gran apoyo de la chicas del colegio de Wellesley. Impresionante como se escuchaban los gritos a distancia.

Del km 26 al 33.5 es la parte de la maratón más dura. Con 4 subidas de 500 a 900 metros cada una, terminando con la más temida Heart Break hill de 900 metros. En esta fase sentí que venía súper bien, sin molestias, piernas frescas. Así que decidí subirlas a sensación, tratando de mirar poco el reloj y apurar un poco en las bajadas. Me sentí tan bien subiendo que ni me daba cuenta cuando ya había llegado a la cima. A parte estaba lleno de gente por ambos lados de la calzada donde te apoyaban y empujaban demasiado. Debo reconocer que la segunda hill en el Km 28 fue la que más me costó. La última, la rompe corazones, es la que más me encantó por el apoyo de la gente, lleno de carteles alentando a los corredores.

Del km 33.5 al 42 vas en descenso, pero igual habían subidas pequeñas. Me sentía bien físicamente así que mantuve el ritmo planificado. En el km 40 mi esposo me estaba esperando, me alentó y me dio fuerzas para los últimos 2 Km. Me pasó la bandera de mi equipo y me fui corriendo con ella hasta la meta.

Al llegar a Boston y quedando 400 metros, no lo podía creer que ya casi terminaba, mi felicidad era máxima, me sentía tan bien y con tanta energía. Más que el tiempo objetivo, mi meta era llegar entera y con fuerza al final. Y eso se logró.

Crucé la meta con un tiempo de 3:03:59. PB. Y por primera vez no me llegó el famoso muro. Bajé 14 minutos con respecto a mi mejor maratón que fue en Londres del 2018.

Fui la segunda mejor chilena en cruzar la meta y estoy dentro del ranking de las 10 mejores chilenas histórico en esta maratón.

Quiero mencionar que cuando iba avanzando después de cruzar la meta, una corredora me abraza y me dice gracias. Yo le pregunto porqué?. Ella me dice que me siguió casi toda la carrera y que fui de gran ayuda para mantener el ritmo. Nos abrazamos y lloramos las dos. Cosas del running.

Cuando crucé la meta, se te vienen a la cabeza todos los entrenamientos con el equipo. Todo el sacrificio y tiempo que uno le dedica a esta disciplina. Pero es impagable la sensación, lo volvería hacer 1000 veces.

Me encantó el circuito es muy pintoresco. Es una dura carrera y bien técnica, con muchas subidas y bajadas, es la más dura que he corrido por lejos. Hay que planificar muy bien como correr esta maratón por la altimetría que tiene, guardar energía para la fase final. Pero lejos lo que más me gustó es el aliento de la gente, ademas que vi a muchos perritos en la ruta, yo que soy doglover me inyectaba de energía, sobre todo al ver al famoso Spencer, que es un golden retriever de terapia, el estaba bien sentado con una bandera en su boca la que decía Boston Strong. Me di vuelta para mirarlo.

En la tarde nos fuimos por unas ricas hamburguesas con papas fritas gringas y luego a celebrar a la fiesta post maratón en el estadio de los Red Sox.

Estoy muy feliz por mi desempeño y agradecida de todos quienes me apoyaron, mi familia, mi amado esposo que me acompaña en todas mis locuras y sobre todo de mis compañeros de team y amigos, de quienes me enviaron mensaje de aliento la noche previa. Nadie pudo trabajar ese lunes en la mañana por seguirnos en la aplicación. En verdad, gracias.

Ahora unas merecidas vacaciones y ya en mayo empezar a preparar el segundo semestre con el Team, que se viene la maratón de New York 2019.