AQUILES ZÚÑIGA: “LO ÚNICO QUE QUERÍA ERA COMPETIR Y TRIUNFAR EN ALGÚN MOMENTO. HAY VECES EN QUE LO PASE MAL, PORQUE NO SE ME DABAN LOS RESULTADOS”

AQUILES ZÚÑIGA: “LO ÚNICO QUE QUERÍA ERA COMPETIR Y TRIUNFAR EN ALGÚN MOMENTO. HAY VECES EN QUE LO PASE MAL, PORQUE NO SE ME DABAN LOS RESULTADOS”

Ago 18, 2021 | Noticias, Running | 1 Comentario

  • Este deportista lleva el atletismo en su sangre, ya que su madre fue atleta y lo motivo a seguir el mismo camino. Logró estar en los podios más importantes a nivel nacional y pudo representar a Chile de la mejor manera en el extranjero. Su fuerza de voluntad y su familia lo han llevado a sobreponerse a situaciones muy difíciles.

El amor por el atletismo se heredó en el caso de Aquiles Zúñiga. Su madre, Gracia Quiero, fue quien a una corta edad lo llevaba a la pista de atletismo para que se empapara del ambiente deportivo.

“Mi madre me llevaba a la pista desde pequeño (Estadio Municipal Federico Schwager). Comencé desde los 9 años con el entrenamiento acá en mi ciudad Coronel. Desde que entré a la pista no me pudieron sacar de ella y nunca falté a un entrenamiento hasta estos días”, cuenta Aquiles Zúñiga.

En esa época ya tuvo su primera competencia para la que tuvo que venir a Santiago. Se trataba de un cross country realizado en la comuna de Las Condes. El viaje valió la pena, ya que pudo hacerse con un tercer lugar y una medalla muy significativa para él.

En 1997, estaba dando sus primeros pasos de lo que sería su carrera. Habiendo practicado varios deportes ninguno le llamó la atención tanto como el atletismo. Otro aspecto que hizo que quisiera seguir el camino de su madre fue el hecho de que para él, y a diferencia de muchos atletas, considera este deporte como uno en equipo y no individual.

En la pista de Coronel todas las tardes iban alrededor de 100 niños y eso hacía que Aquiles corriera en compañía de amigos. Se pasaba del colegio a la pista, llevando e incentivando a sus propios compañeros para que fueran, hasta que logró armar un pequeño club junto a ellos.

“Siempre fui serio y de repente me pasaba de revoluciones. Yo lo único que quería era competir y triunfar en algún momento. Hay veces en que lo pase mal, porque no se me daban los resultados. Era un loco del entrenamiento, con 14 años entrenaba el 1 de enero y el 25 de diciembre solo en el estadio, tenía esa hambre de poder superarme”, relata Aquiles.

Ya saliendo de cuarto medio, no estaba mejorando sus marcas. Sentía que pese a que entrenaba constantemente y no se descuidaba sus esfuerzos no mostraban ese sacrificio. Fue en ese momento en que “la mano de Dios” lo tocaría y pasaría de tener tiempos mediocres a ser de los mejores.

El punto de quiebre, entre seguir siendo uno más y pasar a competir contra los mejores, fue conocer al que sería su entrenador, Jorge Grosser. Gracias a la madre de Aquiles, que debido a su carrera como atleta lo conocía, fue que este pudo contactarlo.

“Quería entrenar con el profesor Jorge (Grosser), pero me daba miedo. Me armé de valentía, y tras rendir la PSU, al otro día estaba afuera del estadio en Coronel esperándolo. Le dije que venía a entrenar y terminó por aceptarme”.

Con el tiempo fue compartiendo sus tiempos entre la universidad y los entrenamientos. Con el paso de los días fue notando el cambio de entrenar con Jorge Grosser.

“Para primera competencia me desaparecí del estadio de Coronel y me encontraba entrenando diariamente en Concepción. Cuando se hizo la primera competencia en la pista de ceniza en mi ciudad natal. Corrí los 1.500 metros, a los que me presentaba con 4:37, ese día hice 4 minutos y 17 segundos. Todos me fueron a felicitar, amigos y familiares”.

Desde ese momento comenzaría a notarse este cambio a medida que competía iba bajando sus mejores tiempos en las pruebas de 1.500 y 800 metros. Se había demorado en explotar, pero ahora estaba siendo imparable. En ese momento es que las metas crecieron y cada vez apuntaba más alto.

Tras competir en los grandes torneos a nivel nacional y salir con medallas del primer lugar en muchos de ellos, para el 2013 el objetivo fue clasificar a los Juegos Odesur de 2014 en los 800 metros. Luego de entrenar arduamente pudo cumplir su objetivo, logrando un quinto lugar.

Después de esto, los Juegos Panamericanos del 2015 en Toronto estaban en la lista y para ello se prepararon junto al profesor Grosser como nunca. Aquiles hizo 1:49 dejándolo clasificado. Juntó dinero y se pagó los pasajes a Nueva York junto a otros representantes nacionales.

Las malas noticias llegaron cuando en los días previos al inicio les comentan que debido al gran número de clasificados la marca mínima sería de 1:47, quedando fuera de uno de sus sueños.

“Tras el anuncio de la organización se me vino el mundo abajo. Yo vi y escuche a Erika Olivera intentando cederme su cupo hablando con el presidente del Comité Olímpico y la Federación, pero finalmente no lo permitieron. Ese fue un lindo recuerdo de ella, le agradezco mucho por el gesto que tuvo conmigo”.

Con el sueño destruido pasó cuatro meses sin tocar una pista de atletismo o entrenar, pero fue su pasión lo que lo sacó de ese hoyo emocional. Se estaba colocó en forma y fue cuatro años consecutivos de los Campeonatos Nacional de Fondo y Medio Fondo en 800 metros.

En el 2016 compitió en los Juegos Iberoamericanos de Río, en los que no pudo entrar en el podio, pero logró entrar a la final de los 800. Ya estando en Chile sufrió un accidente automovilístico dejándolo en pésimas condiciones y con severas lesiones.

Tiempo después y ya estando entrenando con una platina en la clavícula, esta le rompió el tejido y tuvo que ir al hospital. Se operó y siguió entrenando con un cabestrillo para volver a competir en Uruguay en dos Grand Prix.

Tras las operaciones, haberse recuperado y estar entrenando acompañado un equipo de profesionales, en los que estaba el profesor Grosser, “había conseguido la mejor forma física de mi vida. En Uruguay corrí los 1.500 metros, éramos unos 25 atletas en la pista. En un momento me empujan y choco con alguien cayendo fuertemente al piso quebrándome nuevamente la clavícula”.

Al pasar por el quirófano otra vez, dejó de entrenar pasando a estar en una fuerte depresión por todo lo vivido. Había visto una vez más su sueño yéndose de sus manos y esto lo llevó a descuidar su aspecto físico.

“Estaba chascón, con la barba larga y unos bigotes descuidados, además de estar con la moral baja. Un día antes del cumpleaños de mi hija me miro y digo ‘no puedo estar así’, entonces me fui a una peluquería y me arreglé el pelo u la barba. Eso me hizo darme cuenta que tenía que recuperarme”.

A finales del 2018 volvió a entrenar sufriendo cada día, pero estando dispuesto a volver. En tres meses estaba en una buena condición para competir y corrió los 800 metros en 1:51 en los Grand Prix de Concepción y el de Santiago. Pasó el tiempo y llegaron otras lesiones que lo fueron alejando del atletismo, dándole un término amargo a esa etapa.

Hoy en día y ya sin competir está enfocado en su trabajo como profesor de educación física y en su labor como preparador físico. “Muchos me dan como retirado, pero todavía tengo las ganas de volver. Ahora me veo más como un entrenador, aunque sé que si lo intento podría competir a nivel federado y en máster”.

  • Publicado por: Matías Méndez

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