Travis Barker, el baterista de Blink 182 contó a Runner’s World su experiencia con las drogas y cómo el running lo ayudo a superar los momentos más difíciles de su vida.

“El día que mi ex mujer quedó embarazada de nuestro primer hijo, Landon, me até las zapatillas y comencé a correr. Volvimos a casa tras ir al consultorio del doctor y me fui a correr cuatro millas por la autopista”, dijo. Y añadió: “Nunca había corrido antes pero, desde ese día, troté a diario hasta que mi hijo nació. Iba a ser responsable por alguien, iba a ser ejemplo. Ese fue el disparador para mejorar mi estado físico”.

“Cuando sucedió ese conocido accidente aéreo, el 65 por ciento de mi cuerpo se quemó y casi deben amputarme el pie derecho. Los doctores me dijeron que posiblemente no pudiera correr nunca más. Tampoco podría tocar la batería. Desde ese momento, volver se convirtieron en desafíos personales para mí. Una vez que pude volver a caminar en el hospital, solamente pensaba en tocar la batería y a correr. Seis meses más tarde, estaba corriendo. Era la segunda oportunidad para tener una vida mejor. Si no corro, me siento mal. Es como si fuera una comida. Lo necesito a diario”, precisó. Y continuó: “No tomo más aviones así que tengo que viajar en micros por 10 o 12 horas cuando salimos de gira. Cuando el chofer para a cargar nafta, pregunto en qué dirección irá, le pido que me recoja cuando me vea y salgo corriendo hacia allí”.

“Una de las mejores cosas de estar de tour son las escaleras de los teatros y estadios. Después de la prueba de sonido está todo tan tranquilo y seis horas más tarde habrá entre 20000 y 30000 personas gritando. Es la calma que antecede al huracán”, contó. Y finalizó: “Estoy sobrio desde el accidente de 2008 y, desde ese día, reemplacé mis malos hábitos por vicios más sanos. Amo correr. Me hace sentir que puedo conquistar todo aquello que quiera. Nunca estoy cansado y puedo compartir con mis hijos. Se lo debo todo al running”.