Mientras los más de 10.500 corredores completaban el circuito de 42 kilómetros por la Ciudad, entre Núñez y La Boca, junto a ellos hubo 36 equipos de patinadores voluntarios listos para asistirlos en casos de necesidad.
Los equipos que utilizan son automáticos y son provistos por una alianza que Ñandú hizo con la empresa Biomed.
“La mayoría va en pareja y patrullan rangos de entre un kilómetro y un kilómetro y medio. Y también hay quienes acompañan la carrera”, relata Pizzini, y agrega: “El concepto es llegar rápido con el desfibrilador. Ellos son la primera respuesta. Entre automáticos y manuales hay 75 desfibriladores disponibles a lo largo del recorrido”. Son el eslabón inicial del operativo médico, que hace que las carreras sean cardioprotegidas, ya que además hay motos de emergencia, cuatriciclos, ambulancias y puestos fijos que se supervisan desde el centro de coordinación.
En un maratón , los últimos diez kilómetros son los más riesgosos. Es el momento en el que el cuerpo siente el esfuerzo del camino recorrido y aumentan las chances de sufrir una descompensación e inclusomuerte súbita. Es por eso que es un tramo en el que es crucial la presencia de la asistencia médica, y los patinadores se vuelven esenciales.
Claro que son un eslabón en la cadena de un operativo que también contó con una carpa médica con especialistas en terapia intensiva, cardiología, emergentología y medicina del deporte y enfermeros. Además, hay 11 puestos de primeros auxilios, 13 ambulancias de la empresa Emergencias, 3 motos, 3 cuatriciclos, 80 socorristas, 9 puntos fijos de cardioprotección y 2 puntos de apoyo de bomberos. Todo se supervisa desde el centro de coordinación de emergencias, que tiene acceso a las cámaras del circuito, y a través de la App que conecta a todos los participantes del dispositivo.